miércoles, 5 de noviembre de 2008

Vísperas


Tecleo mientras vivo, de nuevo, una noche a la orilla de la radio. Pero, esta vez, sin sobresaltos. Sin el alma destemplada. Sin miedo. Al contrario: en esta nueva noche de los transistores (y, ahora también, de las televisiones, los medios digitales, los blogs...), lo que aletea alrededor del planeta es un temblor del aire, un cosquilleo parecido a la esperanza. Sin ingenuidad. No es preciso que se me echen a la yugular, en tromba, los habituales combatientes contra el "buenismo" (¿se jactan de "malismo"?). No se conocen datos. Todo es puro presagio. Pero hemos visto las colas interminables, una marea humana, la gente puesta en pie, alzada del suelo. Por la mañana, con el café caliente, desayunaré la certeza del escrutinio. Ahora he de acostarme. No puedo más. El "gran momento histórico" tendrá que arreglárselas sin mí. Me pillará durmiendo. (No sé si es mera figura literaria o si, realmente, significa algo).